Foto: What guns are all about, © Aba, Todos los derechos reservados.
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Hace poco más de un mes, Estados Unidos se estremeció con la peor masacre de su historia. El estudiante Cho Seung-Hui, de 23 años, irrumpió en los dormitorios de la universidad Virginia Tech, en Blacksburg, estado de Virginia, y comenzó a disparar. Asesinó a 32 personas antes de quitarse la vida. Cho Seung-Hui estaba «en tratamiento» con antidepresivos y paulatinamente se había vuelto más agresivo y más errático.
Según el reconocido psiquiatra Peter R. Breggin, M.D. , en lugar de cumplir la promesa de reducir la violencia, toda droga psiquiátrica conlleva el riesgo potencial de conducir al individuo a una locura violenta. Por ejemplo, los más nuevos antidepresivos tales como Prozac, Paxil, Xoloft y Celeza, y las drogas antipsicóticas tales como Zypreza, causa un desorden –akathisia– una terrible sensación interior de agitación acompañada por una compulsión a moverse. La akathisia se conoce por conducir a la persona a la agresion y al suicidio. Artículo completo (en inglés).
A continuación, reproducimos para ustedes la traducción que nos ha facilitado gentilmente nuestro amigo Tom Solari, de su excelente artículo sobre esta tragedia.
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Por qué asesinan
Por Tom Solari
Este artículo podría ayudarle a alguien que tú conozcas a aclarar y a comprender los hechos.
Una madre mata a sus cinco hijos. Estudiantes masacran a sus compañeros. Un veterano de la guerra de Irak le da 71 puñaladas a su esposa. ¿Cómo pueden pasar estas cosas?
Un común denominador de estos sucesos es el hecho de que los asesinos tomaban medicamentos psiquiátricos.
Pero eso es demasiado simple. Así que oímos sobre la «depresión pos-parto» y «el estrés del combate». En el caso de los adolescentes, es el «rompimiento de la familia» o es la música, las películas, los videojuegos, etc.
La respuesta real es el efecto deshumanizante que tienen las drogas.
Un ser humano tiene más de un aspecto. Definitivamente, existe un componente electro-químico. El cuerpo funciona fìsicamente por medio de procesos electro-químicos.
Pero además existe el aspecto que percibe, razona y crea; éste no es electro-químico. Cuando la gente se comunica, no son moléculas químicas las que intercambian ideas. Es el aspecto espiritual; la persona consciente.
También hay un componente mental (una mente) que es un vínculo interactivo entre los factores físico y de raciocinio.
Una mente sana (motivada por el espíritu) es analítica.
Una mente enferma, es menos analítica. Es más y más reactiva. Opera en base a estímulo-respuesta, motivada por factores fortuitos. Una mente aproblemada y enferma no razona, no percibe bien. Reacciona a los estímulos.
Hace ya mucho tiempo que el sector de la salud mental nos viene diciendo que somos de naturaleza química. Quieren hacernos creer que pueden resolver nuestros problemas con drogas que alteran nuestro estado anímico, con un poco de esto y otro poco de aquello.
Ese punto de vista puede funcionar sólo a un nivel fìsico –como cuando tomamos antibióticos para curar una infección– pero no es el componente fìsico lo que nos da nuestra racionalidad, nuestra humanidad. No son las moléculas en el cerebro las que piensan y perciben, las que aman y cuidan, las que crean música y poesía.
No, el componente fìsico está formado por células e impulsos eléctricos que tienen tanta inteligencia y creatividad como un aguacate o como la corriente eléctrica que enciende tu tostadora.
Cuando una persona tiene problemas, se desliza hacia el lado reactivo, irracional y de impulsos fìsicos de su naturaleza. Entonces, al administrarle drogas que alteran su estado de ánimo, se la empuja todavía más en esa dirección. Aunque que el efecto sedante pueda parecer tranquilizarla, la persona se vuelve cada vez más «quimicalizada».
Así que ¿será una sorpresa que estos asesinos parezcan menos que humanos? SON menos que humanos. Aun cuando luzcan pensantes, inteligentes o a veces hasta brillantes, han perdido su verdadero juicio. Son por completo reactivos; están enajenados.
Sus mentes hierven y burbujean como la masa de químicos en la que se han convertido. Su capacidad analítica se ha perdido. El espíritu ha desaparecido. Su humanidad se ha ido. Responden al azar y –literalmente– al estímulo (a la música que escuchan, a las películas y videojuegos).
Luego, llevados al extremo, responden violentamente a los enemigos y demonios imaginarios de su propio mundo irreal. Las drogas –que supuestamente les ayudan– producen corto circuitos en su mente. Es la peor de las traiciones.
Y cuando su mundo de pesadillas estrambóticas –inducido químicamente– choca con el mundo de nuestra realidad, formado por gente que vive, familias que se quieren, maestros, aprendizaje, logros; ocurre una masacre y nos quedamos preguntándonos ¿por qué? ¿qué sucedió?
La respuesta: pusimos el manejo de individuos agitados a depender de la psiquiatría y la psiquiatría no tiene respuestas válidas. No tiene pruebas científicas para las enfermedades mentales y no tiene ninguna cura. Los psiquiatras reconocen esto. Lo único que saben hacer es administrar drogas peligrosas.
¿Por qué alguien cometería el crimen de drogar a niños y adultos, llevándolos a la locura, en nombre de la ayuda? Es demasiado simple; horriblemente simple. Recetar y vender esas drogas constituye un negocio de varios miles de millones de dólares.
La buena noticia es que cuando nuestra sociedad tenga conciencia de estos hechos, dejaremos de permitir que tanta maldad suceda.
Ya es tiempo.
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Tom Solari es escritor profesional y productor de video. Vive y trabaja en Los Angeles, California. Se preocupa por la cultura que promueve la dependencia química como solución a los problemas; cuando la lógica y la evidencia demuestran que éstas los empeoran, al adormecer el cerebro, enlodando la mente y sepultando al espíritu humano.
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justo lo que buscaba… es que pienso que parte de nuestro yo.. son causas de reacciones son de cuestiones quimicas. y es interesante saber porque.
Así es, Marco, tienes mucha razón. Me alegra que encontraras algo que buscabas.