
Foto: Creation of Man by Michelangelo, © mbell1975.
El amigo Paulo me pregunta como llegué (o Scientology llegó) a la conclusión de que el ser humano es bueno. Y le prometí escribir una entrada especial para responderle. ¡Menudo aprieto! Bueno, haré lo mejor que pueda. :-)
Para comenzar y evitar confusiones, esto es exactamente lo que dice nuestra doctrina, en El Credo de la Iglesia de Scientology, escrito por L. Ronald Hubbard:
…nosotros los de la Iglesia creemos: que el Hombre es básicamente bueno; que está intentando sobrevivir; que su supervivencia depende de sí mismo y de sus semejantes y de su logro de la fraternidad con el universo…
Una realidad compartida por la mayor parte de la Humanidad
Lo primero es que esta afirmación, lejos de ser algo extravagante, resulta ser tan antigua como el Hombre.
- Desde los antiguos Vedas, hace más de diez mil años, y desde allí, a través del Hinduísmo, se afirma que el ser humano encierra en su esencia, desde su creación, una chispa divina. Naturalmente, al igual que en casi todas las religiones, se asocia al Ser Supremo con la más alta bondad y virtud.
- Como casi todo occidental –cristiano o no– sabe, una de las primeras declaraciones de la Biblia sobre la naturaleza del Hombre, en el propio Libro del Génesis (1:26 y 1:27) afirma la bondad intrínseca (o por naturaleza) del Hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.
- Para el Islam, al no existir un pecado original, nacemos en estado de natural inocencia; los pecados se cometen cuando ya tenemos uso de razón. La naturaleza del ser humano tal como fue creado por Alá, no es inherentemente ‘corrupta’ ni necesita reparación.
- El budismo, por su parte, va más allá y plantea que no sólo cada persona, sino que cada ser vivo tiene el potencial de alcanzar la Iluminación. Esto es el estado de Buda, cuando se llega a la plena comprensión de la Verdad, más allá de todas las apariencias, a la plena sabiduría y al amor pleno por todos los seres vivos.
- Sócrates afirmaba que la verdadera naturaleza del Hombre es buena, que tiene un mecanismo inherente de seguridad que lo lleva otra vez a la corriente cuando él la abandona. Y que no puede continuar indefinidamente con un comportamiento dañino para si mismo, o para su semejantes, ya que cuando lo intenta, las cosas no resultan bien para él; por tanto, para encontrar la verdadera felicidad, uno debe encontrar la verdadera virtud.
Podría continuar con muchísimos otros ejemplos, pero no es mi intención escribir un tratado de historia religiosa y filosófica sobre la naturaleza ética del ser humano.
Pienso que los anteriores ejemplos son suficientes para ilustrar la idea del Hombre «básicamente», «inherentemente», «intrínsecamente», «esencialmente» o «por naturaleza» bueno, como una creencia común a muchas de las principales filosofías y religiones, incluyendo las cristianas.
Naturalmente, los scientologists no consideramos que nuestras sociedades sean el Paraíso, o el Nirvana o la perfección absoluta, claro que no. ¡Tendríamos que estar ciegos! Y no lo estamos, en lo más mínimo.
Hasta un niño puede observar que el Hombre constantemente se aparta de lo que es correcto, de lo que para nosotros –al igual que para muchas religiones orientales, o para filósofos como Sócrates– es la ética y la moral. El hombre peca contra las leyes de Dios. Eso es un hecho.
Sin embargo, ¿convierte esta evidencia al Hombre a una criatura maligna por naturaleza?
Qué es el Hombre, en esencia
Para determinar si el comportamiento del Hombre condena a la naturaleza humana a la «corrupción intrínseca» o no, necesitaríamos un grado mínimo de acuerdo en cuanto a qué es esa «naturaleza básica», esa escencia del ser humano.
En nuestra religión, consideramos que esta esencia es de naturaleza únicamente espiritual. No «tenemos» un alma o un espíritu. Somos un espíritu. Por cierto, en Scientology al espíritu le llamamos Thetán (de la letra griega θ Theta, símbolo para “pensamiento” o “espíritu”). :-)
Los miles de millones de personas en el mundo que comparten esta creencia en mayor o menor grado, no necesitan más evidencia que su propia certeza; sea a través de la observación de la realidad, o a través de sus propias experiencias de trascendencia.
Sin embargo, el hecho de que en el hombre hay «algo más» que un cuerpo perecible ha sido comprobado por medios objetivos en más de una ocasión, a través de la historia humana reciente.
Naturalmente, esta discusión está mucho más allá del alcance y del interés de esta entrada en particular.
Devuelvo, entonces, la pregunta: ¿En qué se basan quienes afirman que el hombre es malo por naturaleza?
¿Quiénes afirman que el hombre es «malo» por naturaleza y en qué se basan?
En términos de fe, sólo lo afirman las iglesias cristianas que interpretan de este modo el dogma de fe del pecado original: El Hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero como el primer hombre y la primera mujer pecaron, la humanidad heredó este primer pecado y todos nacemos pecadores. Sin embargo, en estas iglesias existe el bautismo, que borra o perdona este pecado original en sus feligreses y los vuelve a colocar, por la gracia de Dios, en su estado original, a imagen y semejanza del Creador.
Por tanto, no puedo ver una contradicción fundamental aquí entre la afirmación cristiana y la de las otras iglesias.
En todo caso, los asuntos de fe no se discuten, ni a través de la razón, ni a través de los hechos. Para nosotros, los scientologists, la fe, como Derecho Humano fundamental, simplemente se respeta.
Ahora bien, en el terreno secular existe una fervorosa defensora de la idea del hombre como probablemente el más salvaje de los animales: uno que debe ser enjaulado, castigado, torturado, electrocutado y mutilado y, como nada de esto funciona, debe ser entonces drogado hasta el punto de convertirlo en un zombie para mantener a raya sus perversos instintos naturales. Se trata, ya lo adivinaron, de la psiquiatría y su discípula, la psicología.
Esta visión del ser humano como animal carente de alma, esta visión de la mente humana como un cerebro, es la que justifica muchas de las peores atrocidades que se han cometido y se continúan cometiendo en contra del ser humano, desde la aparición de estos «científicos», a fines del siglo XIX en Alemania.
Sus ideas han sido difundidas hasta nuestros días a través de las teorías de Pavlov y de Freud, entre otros.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, las iglesias occidentales cometieron el grave error de aceptar la «ayuda» ofrecida por estos «profesionales de la conducta» para solucionar los problemas políticos y sociales que sobrevinieron y fueron traicionadas. Durante siglos, el asesoramiento espiritual había sido labor de pastores de las distintas denominaciones, que usaban las enseñanzas religiosas para dar consuelo. Para 1952, ya se daban cursos de psicología en casi todas las escuelas avanzadas de teología en los Estados Unidos.
¿Y cuales eran las bases teóricas que fundamentaban este adoctrinamiento «científico»?
- «En pocas palabras, la naturaleza de las alucinaciones de Jesús, como se describen en los Evangelios ortodoxos, nos permite llegar a la conclusión de que el fundador de la religión Cristiana sufría de paranoia religiosa.» Charles Binet-Sangle, La Locura de Jesús, 1910.
- «Cuanto mayor sea el número de hombres para quienes estén accesibles los tesoros de conocimiento, más se extiende el alejarse de las creencias religiosas, primero de sus obsoletos e inaceptables adornos, pero después también de sus postulados fundamentales.» Sigmund Freud, El Futuro de una ilusión, 1927
- «Si se quiere liberar a la especie de la atroz carga del bien y el mal, deben ser los psiquiatras quienes asuman la responsabilidad.» C. Brock Crisholm, El Restablecimiento del Tiempo de Paz en la Sociedad, 1946.
En una próxima entrada, detallaremos cómo la psiquiatría tiene el objetivo expreso de eliminar la religión y el porqué.
Habiendo establecido, entonces, los fundamentos filosóficos y religiosos para afirmar que el Hombre es básicamente bueno, así como las bases ideológicas de quienes opinan lo contrario, sólo resta la «comprobación» que me pide Paulo.
¿Cómo se comprueba que el Hombre es bueno por naturaleza?
Una forma es determinando si puede ser mejor y hasta dónde. Un ser humano no podría alcanzar altos niveles de ética y de moral si éstos fueran en contra de su propia naturaleza, por la misma razón que por más que lo intente, no puede físicamente volar por sus propios medios: su cuerpo no está diseñado para esa función.
El hombre cambia bien y con facilidad en la dirección del bien, y casi no cambia en lo más mínimo, en la dirección del mal. Podrías tomar a un hombre malvado, y es muy difícil hacerlo todavía más malo; es casi imposible. De hecho, nadie lo ha hecho nunca. Si tuviera tendencias malvadas -un Jack el Destripador o alguien así- la gente le podría dar una paliza, y seguiría siendo exactamente igual de malvado que era. Sin cambio. […]
Esto es una cosa interesante. Nosotros no dimos por sentado que el hombre era bueno; no dimos por sentado que era malo. Simplemente decidimos observarlo. Y comenzamos a cambiarlo de todas y cada una de las maneras en que se le podía cambiar, y descubrimos no sólo que cambiaba en la dirección del bien; tan pronto como empezabas a cambiarlo en todos los aspectos en la dirección del bien, tan pronto como empezabas a darle una palmadita en la espalda y entre todos ayudarle en todas las direcciones, no sólo cambiaba: ¡era como quitar la mano del muelle comprimido de un colchón! […]
El hombre cambia en la dirección del bien con facilidad, ¡con tal facilidad que es increíble! Le damos una oportunidad. Sabemos que si le ayudamos, bueno, la sociedad que le rodea -su familia, sus amigos y demás-, todos mejorarán debido a esto. Sabemos que no sufriremos en absoluto por esto. Simplemente elevamos su capacidad, lo hacemos más capaz.
Y encontramos que todos sus esfuerzos, sus indicaciones y sus impulsos para sobrevivir iban en la dirección de ser mejor y de hacer mejor las cosas. Seguían surgiendo, seguían surgiendo. Y esa dirección -hacia arriba- no tiene límite. L. Ronald Hubbard, de la conferencia El Camino a la perfección
A través del conocimiento, los métodos y la tecnología de Scientology, así como de otras religiones, el Hombre ha logrado, efectivamente, convertirse en una mejor persona y ayudar a que sus semejantes lo logren de igual manera. Hay millones de testimonios de este hecho, en todas las épocas.
La otra forma de demostrarlo, esbozada por Sócrates hace 2,500 años, ha sido recogida, refinada y convertida en un método práctico, con resultados medibles y comprobables: La Tecnología de Ética de Scientology.
Hace años descubrí y demostré que el hombre es básicamente bueno. Esto significa que la personalidad básica y las intenciones básicas del individuo, hacia sí mismo y hacia los demás, son buenas.
Cuando una persona se encuentra a sí misma cometiendo demasiados actos dañinos contra las dinámicas, se convierte en su propio verdugo. Esto nos da la prueba de que el hombre es básicamente bueno. Cuando se encuentra a sí mismo cometiendo demasiados males, entonces, o bien de forma causativa, o bien de forma inconsciente o inadvertida, el hombre se impone la ética destruyéndose, y acaba consigo mismo sin ayuda de nadie más.
Esta es la razón por la que el criminal deja pistas en la escena del crimen, por la que las personas desarrollan extrañas enfermedades que las imposibilitan y por la que se provocan accidentes e incluso deciden tener un accidente. Cuando violan su propia ética, comienzan a decaer. L. Ronald Hubbard, Introducción a la Ética de Scientology.
En estos dos hechos nos basamos, entonces, para afirmar que el ser humano es bueno por naturaleza.
Por un lado, en su capacidad de ser cada vez mejor, para bien de sus semejantes, como lo han demostrado las obras de los iluminados, los maestros espirituales, los profetas y los hombres santos y sabios en todas las épocas. Y, por otro lado, en su mecanismo de autorestricción, hasta la propia destrucción (como en los casos extremos de Hitler y de muchos de los más recientes asesinos-en-masa–suicidas, por ejemplo), cuando se desvía del comportamiento ético.
Espero haber respondido a la pregunta, al menos desde el punto de vista de la razón.

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